Este jueves tuvimos la cena de empresa y la verdad es que no hay mucho que resaltar a excepción claro está de la presencia del chico crema. ¿Y sabéis dónde se sentó? Efectivamente, a mi lado.
Esta privilegiada situación me sirvió para saber más cosas sobre él: vive con sus padres y todos excepto él están en paro; gracias a su sueldo del mes no les han cortado la luz; se ha hecho un tatuaje con su nombre en la espalda y como no tenía pelas no se ha echado durante varios días la crema desinfectante; un día su novia y él se liaron a hostias; su novia quería adoptar a un niño; canta en un grupo de rap; no come nada de verdura, y de fruta tan solo le gustan las manzanas; cuando tenga más pelas se va a comprar un portátil y unos altavoces mazo crema para su coche (al cual le ha echado varias veces la culpa por llegar tarde).
Pero lo mejor es que bebió como un campeón, se metió más de una botella de vino el solo y la cena la remató con ocho o nueve chupitos de orujo (sin exagerar). Después estuvimos en un garito, yo me tomé una copa y me largué que al día siguiente había que currar, sin embargo el chico crema allí se quedó.
Resultado: el viernes a las 12 de la mañana llama al curro y dice que está destrozado, le duele mucho la garganta y que no va a ir a currar.
Futuro inmediato: el chico crema abandonará la empresa y con ello mi miedo a ser esperado a la salida.