Uffff vaya con los efectos de la pastilla rosa, el más inmediato es que me desperté con semen en los calzoncillos pero el segundo y más importante es que me sentía radiante, feliz y con ganas de disfrutar de la vida. Así que para qué perder más tiempo, vamos a tomarnos la última pastilla y ver qué pasa.
Abrí la caja fuerte, allí estaba la pastillita azul, toc toc, la di suavemente con los dedos, ¿hay alguien ahí? – pregunté para ver si me respondía el ser que seguramente habitaba en su interior. Vaya, parece que no me dice nada, bueno, a pesar de eso me la tomaré, sin embargo cuando estaba a punto de metérmela en la boca escuché un grito:
- ¿Pero qué haces zopenco?
- Pues meterte en mi boca para pasármelo bien – respondí a la píldora azul.
- Joder macho, pero tómatelo con calma que te vas a volver drogadicto, además quién te ha dicho que me tienes que tomar por la boca, listillo.
- ¿Por dónde voy a tomarte si no?
- ¿Por dónde crees tú si no es por la boca? – me preguntó la pastillita.
- ¿No me jodas que por…?
- ¿A ver si no por dónde te voy a joder?
- Con lo poco que me gustan a mi los supositorios.
- A mi tampoco te creas que me hace mucha gracia meterme por el ojete de la gente así que no te quejes.
Al final decidí meterme aquella pastilla azul por el culo, hay que decir que entró rápidamente, tan rápido que a los poco segundos, antes de que me pudiera abrochar el cinturón, observé que éste me estaba hablando.
- Hola Peter, ¿cómo esssstasss? – me dijo el cinturón prolongando las eses.
- Pos bien, ¿dónde me vas a llevar tú?, bueno da igual donde sea, seguro que nos lo pasamos en grande – dije animado esperando tener una experiencia fantástica.
- ¿Ein, yo qué ssssé dónde te voy a llevar, a mi que me cuentasssss?
- Jope, pues vaya mierda de pastilla.
- Bueno tranquilo, ssssi quieressss podemossss ir a dar una vuelta a la manzana.
- Vaya rollo – dije desanimado.
- Podemossss ir cantando.
Y así es como la serpiente Ramona se puso a cantar mientras paseábamos bajo un sol radiante:
Son 80 días son
80 nada más,
para dar la vuelta al mundo...
En esto que nos encontramos con un boquete en medio del camino, me asomé a ver el fondo y estuve a punto de perder una oreja, una enorme piraña con unos dientes que no le cabían en la boca me rozó.
- La hostia Ramona, el socavón está lleno de pirañas y parece que están hambrientas, yo no paso por aquí – le dije al cinturón.
- ¿Pero cómo no vasss a passsar con las patasss tan largasss que tienesss?, mira sssi paso yo que no tengo patasss tú tienesss que passsar también.
- No sé, no me acabas de convencer, morir devorado por esos peces no debe ser nada agradable – le respondí acojonado.
- Ten confianza en ti mismo, te digo que puedesss hacerlo, coge carrerilla y sssin mirar abajo sssalta con todas las ganasss del mundo. Fíjate sssi creo en ti que me voy a abrochar a tu cintura y asssí me llevasss un rato que esto de ir arrassstrándossse todo el rato cansssa.
Total es un sueño – pensé, no creo que me pase nada si me caigo al agujero, aún así haré todo lo posible por llegar al otro lado. Y corriendo hasta alcanzar la máxima velocidad que podía salté al llegar al borde, volaba, volaba, volaba, tanto volé que me sobraron 3 metros.
- Oye por qué no vamosss a tomarnosss una cervecita fresssquita, conozco un bar aquí cerca que essstá muy bien – me dijo Ramona.
- Por mi bien – respondí a la proposición.
- Pero hay un problema, tenemosss que passsar por el camino de los ojosss en el cogote.
- Joder, solo el nombre ya da cague.
- No passsa nada, el único problema esss que a los ladosss hay árbolesss y en ellosss ssse encuentran unasss criaturasss misteriosasss, la leyenda cuenta que la gente que losss ha mirado no ha vivido para contarlo transssformándossse en croquetasss.
- Entonces hay que pasar sin mirar, ¿no?
- Essso esss, y a ver sssi hay sssuerte y nosss encontramosss unas croquetitasss por el camino y asssí tenemosss un rico aperitivo para las cañejasss.
Unos minutos después y pensando cómo haría el cinturón serpiente para tomarse la caña llegamos al inicio del camino, daba un poco de miedo pero una sensación de optimismo y seguridad se había despertado en mi interior. No tenía temor a nada, llegaría al otro extremo del camino sin problema, si había superado el obstáculo de las pirañas esto sería pan comido. Aunque tampoco fue pan comido, a los pocos segundos de internarnos entre los árboles noté una presión asfixiante, sentía como cada vez me hacía más torpe, un montón de miradas posadas en mi y yo sólo podía mirar el suelo, estaba nervioso. “Ten fe en ti” me dijo Ramona que había sentido mi excitación, pero no era tan sencillo, comencé a sudar, tenía los músculos petrificados, me temblaban las rodillas.
- No miressss a losss ladosss – me dijo el cinturón –, qué másss da que nosss essstén mirando, piensssa que nosssotrosss nosss tomaremosss unas cañejasss y ellosss no.
- Qué rica la cerveza - respondí.
- Ya te digo, ¿a ti cuál te gusssta másss? A mi la Francissskaner.
- Buahh donde este una buena pinta de Guinness – respondí yo, seguro de lo que me decía.
- Puesss ahora quiero que esssa ssseguridad que hasss demossstrado para hacer tal afirmación la mantengasss hasssta que passsemos el bosssque.
Es verdad, al fin y al cabo tampoco era tan complicado soportar aquellas miradas, a mi qué me importaba que me estuvieran observando, ¿acaso iban a hacerme algo mientras no les mirara? ¿Tenía claro lo que había que hacer? Sí. Entonces ¿qué problema había?, ¿no iba a ser capaz de llegar al bar a tomarme una Guinness? Pues claro que sí iba a ser capaz, y así fue como cruzamos el camino de los ojos en el cogote, en cuyo final pudimos vislumbrar un espléndido bar con la publicidad de Guinness.
Probablemente aquella pinta acompañada con una ración de croquetas fue la que mejor me supo hasta aquel momento. Sin embargo, ahora puedo decir que día a día cada una de las pequeñas cosas que me suceden en la vida me saben mejor, hasta tal punto que antes no me gustaban los riñones al jerez y ahora me parecen un manjar.