Soy un cerdo, ya lo sé, y solo sé hablar de porquerías pero es que esta merece la pena. Resulta que ayer veo llegar a un compañero muy preocupado, viene con la cabeza agachada y parece más delgado:
- Oye chicos, no sé que ha pasado pero se ha atascado el baño.
Upppssss, ya me parecía a mi que este tenía menos barriga pero ¿qué habrá hecho?, bueno sí lo sé, un tordo de varios kilos de peso. En esto que otro compi con un problema de curiosidad entra en el servicio a ver la proeza del otro y llega de nuevo al despacho, la cara blanca y con los ojos mirando al infinito, no pronuncia ninguna palabra. Joder, esto parece más serio de lo que al principio parecía, pero yo ni loco meto la cabeza ahí, que una cosa es estar hablando todo el rato de porquerías y otra es mirar a un tordo fijamente y sentir su aroma de lleno.
Así que ahí se quedó el ser hasta por la tarde y cada vez que alguien entraba al servicio venía a contarnos lo que había visto, con la misma cara blanca y expresión desencajada que el primer valiente. Finalmente armado con un valor desbordante un héroe se atrevió a entrar, armado de una fregona para plantar cara a ese enemigo que nos impedía frecuentar el baño. Todos expectantes, joder, qué le pasará, no sale, ¿estará bien, no habrá perdido el conocimiento, y si sale todo pringado de mierda? Que sale: “He acabado con el problema”, ehhhhhhh, yujuuuuuuuu, viva, viva, ¡hip hip hurra, hip, hip, hurra!
- ¿Qué pasaba?
- Nada, que estaba atascado porque han llenado el váter de papel y de algo sobrenatural.
- ¿Pero ya lo has matado?
- Sí, pero la fregona ha quedado en un estado lamentable.
- Joder, pues habrá que tirarla, ¿no?
- ¡Qué dices! Esa fregona la vamos a utilizar para limpiar tu despacho.
- Upppsss.
- Oye chicos, no sé que ha pasado pero se ha atascado el baño.
Upppssss, ya me parecía a mi que este tenía menos barriga pero ¿qué habrá hecho?, bueno sí lo sé, un tordo de varios kilos de peso. En esto que otro compi con un problema de curiosidad entra en el servicio a ver la proeza del otro y llega de nuevo al despacho, la cara blanca y con los ojos mirando al infinito, no pronuncia ninguna palabra. Joder, esto parece más serio de lo que al principio parecía, pero yo ni loco meto la cabeza ahí, que una cosa es estar hablando todo el rato de porquerías y otra es mirar a un tordo fijamente y sentir su aroma de lleno.
Así que ahí se quedó el ser hasta por la tarde y cada vez que alguien entraba al servicio venía a contarnos lo que había visto, con la misma cara blanca y expresión desencajada que el primer valiente. Finalmente armado con un valor desbordante un héroe se atrevió a entrar, armado de una fregona para plantar cara a ese enemigo que nos impedía frecuentar el baño. Todos expectantes, joder, qué le pasará, no sale, ¿estará bien, no habrá perdido el conocimiento, y si sale todo pringado de mierda? Que sale: “He acabado con el problema”, ehhhhhhh, yujuuuuuuuu, viva, viva, ¡hip hip hurra, hip, hip, hurra!
- ¿Qué pasaba?
- Nada, que estaba atascado porque han llenado el váter de papel y de algo sobrenatural.
- ¿Pero ya lo has matado?
- Sí, pero la fregona ha quedado en un estado lamentable.
- Joder, pues habrá que tirarla, ¿no?
- ¡Qué dices! Esa fregona la vamos a utilizar para limpiar tu despacho.
- Upppsss.