He escrito posts de todo tipo sobre el transporte público, sobres sus usuarios, sus instalaciones y las situaciones que pueden darse. Algunas entradas han sido mejores, otras peores, muchas veces con las viejunas como protagonistas, más o menos desagradables, pero siempre con un puntito de humor.
Este post también va del transporte público, sí, pero esta vez me es imposible buscarle un ángulo desde el que explorar una visión humorística del suceso. Hoy he tenido la “fortuna” de ir a trabajar justo en el metro que ha atropellado a un tío en la estación de Sol. Como podéis imaginar la gente que estaba en el andén estaba llorando, con crisis nerviosas, y los que íbamos en el metro hemos estado cinco minutos sin poder salir, todos de pie, mirando a ver qué ocurría porque a decir verdad no hemos notado nada, tan solo el metro se ha parado algo antes de donde lo suele hacer.
Al final abrieron una puerta en la cabecera del metro y todos salimos por allí dirigiéndonos a la salida sin prácticamente ningún tipo de incidente. Por lo que me he enterado después, el tío se ha suicidado.