Trabajo con una fauna…

Vaya fauna que tengo en el trabajo, ya os he hablado del manipulador, de las jefas nazis (morena y rubia), del líder, del Sr. Isidro, y hoy lo voy a hacer de la Cricri.

La Cricri es una señorita de 40 tacos que un buen día llego al trabajo con un aparato que imitaba la noche, esto es, que solo emitía el sonido de un grillo. Lo ponía en funcionamiento y así estaba todo el día, con el dichoso ruido porque decía que le relajaba. Y así hasta que le dieron un toque porque molestaba y entonces cambió el grillo por Mozart, ponía la música a toda ostia, imaginaros de repente un chachachachá que se escuchaba desde la otra punta del edificio. Todo esto ocurría dentro de su despacho, que compartía con compañeros, pero su canción de los pasillos era la de la Abeja Maya que no para de cantar cual niña feliz de la vida.

Pero no son estas las únicas excentricidades o sinsentidos de la señora, por ejemplo no soporta el olor del tabaco porque fue fumadora y ahora no aguanta su aroma; pero sin embargo está todo el rato poniendo palos de incienso o de hierbas raras que no paran de echar humo y que encima huelen de puta pena. Pero es que está como una cabra porque cuando hemos tenido cambios de despachos hace poco ha llegado la tía y de repente se ha cambiado de ropa y se ha puesto un uniforme azul para limpiar sus muebles, y todo para dar la nota y que perciban que la niña trabaja mucho.

Y lo peor de todo es que es la persona más ineficaz que existe en su puesto, y os preguntaréis por qué sigue entonces y no la han echado, pues muy fácil porque debajo de los pantalones lleva rodilleras y no la importa en absoluto pasar parte de su tiempo de trabajo debajo de la mesa de los jefes, a los que también les cuenta todos los chismes, cotilleos, inquietudes y frustraciones de los compañeros.

Menos mal que no comparto despacho y solo trabajo puntualmente con ella, pero lo suficiente como para pensar que está zumbada y tiene grillos en la cabeza.