Ayer estuve con el montaje de un armario, desarmarlo fue sencillo, armarlo no tanto. Creo que muy a principios del año que viene me mudaré con mi chica al piso, mientras tanto estoy conociendo a los vecinos, en este caso a los niños.
Tanto la cocina como uno de los dormitorios dan a la urbanización, tiene una piscina con su zona verde y una zona de juegos para los niños, con algunos columpios en donde además les he visto jugar al fútbol, al tenis, a la comba, a empaparse de agua con pistolas, al pañuelo y seguro que a más cosas que ahora no recuerdo. Hasta ahora pensaba que eran majos, vivía engañado, he visto lo que esconden debajo de la máscara: están como putas cabras.
Primero les he visto jugar a pegarse el sida, yo también me he quedado como vosotros al oirlo, no podía dar crédito, me he metido el dedo en el oído y pese a pescar algo de cera, segundos después volví a escuchar: ven para acá que te voy a pegar el sida. Al parecer jugaban a algo parecido a pillarse, yo recuerdo que en mis tiempos de guacho decía la llevas, pero en realidad nadie sabía qué llevabas, estos niños sí lo saben y lo cierto es que me parece penoso.
Si ya os habéis quedado con las patas parriba escuchad a lo que se pusieron a jugar después porque no tiene desperdicio. De repente escucho:
- Venga, vamos a ver quién tiene la polla más grade.
- ¡¡¡La mía vale por dos!!! – decía otro.
Y mientras decían burradas y más burradas un grupillo de tres niñas se reían de las gilipolleces que los chiquillos de unos 10-12 años decían. En fin, que creo que estos niños van a ser una clarísima fuente de inspiración para los posts que ya escriba en mi casa, que ya jode estar pagando la hipoteca, comunidad, agua, luz y gas y no vivir aún en ella. Maldito dinero.