martes, 30 de diciembre de 2008

La crisis llega a las papeleras


Estamos en crisis y eso se nota hasta en las papeleras, hay que ahorrar como sea así que los ayuntamientos rebañan pelas de donde pueden para que los alcaldes puedan mantener su nivel de ingresos, o incluso si se da el caso subirse el sueldo en breve.

Para lo que no hay crisis es para las compras navideñas, era alucinante cómo estaba hoy Madrid de gente, y mientras una marabunta de vacaciones está de compras yo currando, qué asco de vida. Por cierto que paséis una buena Nochevieja, cuidado con la cena, las uvas, el alcohol y la juerga; y que el año que viene sea un poquito mejor que este, aunque en mi caso recordaré el 2008 como un año cojonudo.

Lo dicho, feliz 2.009 a todos y todas por aguantar durante este año toda la cantidad de gilipolleces que me ha dado tiempo a escribir...

domingo, 28 de diciembre de 2008

Días de comida y alcohol


Esto de la navidad es harto peligrosa para nuestra barriguilla. Entre unas cosas y otras cometemos un montón de excesos de los que luego cuesta librarse: comemos bastante más de lo que solemos hacerlo, la ingesta de dulces es incontrolable y el alcohol está presente en cualquier comida o cena, por no decir en esas noches del 24 y el 31.

Cinturón-metro para controlar el aumento de nuestra barriga

¿Pero qué podemos hacer para no tener que autoproponernos la obligación de ir al gimnasio el año que viene?, ¿alguién tiene una respuesta?, es que está tan rico todo que es imposible privarse de las deliciosas viandas que se sirven en mi casa estos días.

Ya habrá tiempo de preocuparse el año que viene si no me caben los pantalones. Por cierto, ayer tiré unos que reventaron a la altura del culo, mi hermano dice que es por los gases pero no tengo yo muy claro que puedan rajarse por ese motivo.

Entre lo del eructo y ahora lo del agujero en el pantalón estoy dando una imagen lamentable.

viernes, 26 de diciembre de 2008

Soy un patán ligando


Este post de hoy no lo escribiría nunca a menos que un mono con una careta de Marujita Díaz me estuviera apuntando con un tirachinas. Y eso es lo que tengo ahora mismo en mi espalda, así que allá va.

Esto ocurrió hace unos años, cuando era un joven zagal que era capaz de salir a mover la maquinaria el viernes, sábado y algún que otro domingo. En una de esas noches de botellón y pub inmundo conocí a una chica bastante maja, nos pusimos a hablar, que si de esto que si de aquello, en definitiva, que al final quedamos para ir el domingo a tomar algo más tranquis.

Yo estaba con una resaca tremenda, de esas que no tienes ganas de comer y encima tu madre te pone un buen plato de judías. Fijaros si estaba jodido que incluso fui incapaz de ponerme las lentillas, nada más tenerlas en los ojos me picaban mucho, así que al final desistí y me puse las gafotas. No había excusa, había que ir a la cita. Salí de mi casa una hora antes para darme una vuelta a ver si me despejaba un poco, y algo más espabilado sí que me encontré. Llegué a la cafetería donde habíamos quedado a la hora en punto, esperé diez minutos hasta que apareció la chica. Todos sabemos que no es lo mismo ver a alguien en la oscuridad de un pub o discoteca, con el cerebro hecho gominola por el alcohol (y algún porrete), que al día siguiente. Y la verdad es que la chavala estaba muy rica.

Entramos a la cafetería, ella se pidió una Coca Cola Light y yo que no estaba para tomar de nada, me pillé otra Coca Cola. Estuvimos hablando de a qué dedicábamos nuestras vidas, nuestros gustos, aficiones y demás estupideces, mientras bebía la Coca Cola a pequeños sorbitos. A estas alturas, muchos ya me conocéis y estáis esperando alguna torpeza por mi parte, pues que sepáis que…, bueno sí, la torpeza llegó. Al intentar rascarme un ojo porque me picaba, me puse un dedazo en las gafas. Pensaréis, tampoco es para tanto, pues sí, fue para tanto, si no llega a ser por esto seguro que habría acabado bien la cita. El caso es que me saqué un clínex del bolsillo con el propósito de limpiarme las gafas, pero tuve la mala suerte de que al intentar echar vaho a los cristales, además de esto salió un eructo bastante poderoso (y no fue algo más consistente de chiripa).

Me quedé blanco, la gente dirigió sus penetrantes miradas hacia mí, la muchacha me miró con cierta repugnancia y la cita se fue al garete. Ya se sabe, después de la tempestad llega la calma, así que se hizo el silencio, nos tomamos la Coca Cola, nos despedimos y nos piramos cada uno por nuestro lado.

martes, 23 de diciembre de 2008

Chorizo y Morcilla os desean felices fiestas

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Tengo muchas ganas de que comience Muchachada Nui de nuevo. Pero hasta que eso tenga lugar tendremos que soportar estas fechas navideñas one more time, además mañana y el viernes toca currar. Eso sí, se agradecen los días festivos, algo bueno tienen que tener estas fechas...

domingo, 21 de diciembre de 2008

Cenas de empresa


Estas son fechas de cenas y entre ellas están las cenas de empresa. Supongo que dependiendo del grupo de compañeros con los que te toque trabajar será más o menos llevadera, yo en ese sentido, a pesar de pequeños piques o malos rollos, no me puedo quejar.

De momento en las cenas que he estado con mis compañeros he cenado y bebido bastante a gusto, pero eso no quiere decir que no se deba bajar la guardia. Digo esto porque el mayor peligro que hay en una cena de este tipo es sentirse cómodo y relajado, dejarse llevar y beber más de la cuenta. Y precisamente eso es lo que le ha pasado a una compañera en la de este año.

En su caso no sé si comenzó a beberse los vasos de vino como agua porque se sentía a gusto, o más bien para ahogar penas por tener que sentarse al lado del jefe. El caso es que comenzó bebiendo mucho vino, para seguir la noche matando las copas que se cruzaban en su camino. Copa que veía en una mesa, sin nadie que la custodiara, copa que iba a parar a su organismo en dos o tres tragos. Bailó como una loca, fumó, se desmadró, se cayó al suelo, se levantó, cruzó la castellana por medio de la carretera a las 4 de la madrugada con dos compañeros detrás para evitar un atropello, se negaba a decir dónde vivía, y tras averiguarlo por el DNI, una vez en su casa no quería cerrar la puerta.

En fin, toda una odisea para los compañeros que velaron por su seguridad hasta que salió el sol, y se quedó sobada en la cama de su casa. Me parece que va a ser un día que no olvidará nadie en mucho tiempo.

sábado, 20 de diciembre de 2008

La canción de la semana


Esta semana nos vamos a tierras danesas a escuchar a un grupillo que hacen un pop con cuidadas melodías y tintes psicodélicos.

Ellos se llaman No And The Maybes y la canción que podéis escuchar Monday.

jueves, 18 de diciembre de 2008

Los chinos la tienen pequeña


Iba este sábado camino al teatro (por cierto si váis al Teatro Albéniz ni se os ocurra coger entradas de entresuelo, si medís más de metro y medio os lo agradecerán vuestras rodillas) cuando vi a un chinorri detrás de un coche.

Como todos los chinos, iba vestido con abrigo negro, un jersey de punto y un pantalón gris claro de tergal, como he dicho antes, estaba detrás de un coche pero eso no quiere decir que le ocultara en absoluto. De los cuatro flancos por los que podía ser atacado sólamente tenía cubiertos dos y precisamente eligió posicionarse mirando al lado por el que más personas venían, entre ellas yo. Seguro que a estas alturas ya estaréis diciendo: "Joder Chasky, déjate de rollos y cuenta qué cojones estaba haciendo el chino". Tranquilos que ya lo cuento, pero comprended que tengo que darle algo de emoción a la escena.

El chino estaba en posición de mear, con las piernas ligeramente abiertas y las dos manos a la altura de la pichurrilla. Joder el chinorri, qué discreto, menudo sitio ha elegido para descargar - pensé según iba acercándome. Lo siguiente que pensé es que a pesar de estar enfrente no lograba verle la colita (no tenía ningún interés por vérsela, es que era inevitable no mirar en su dirección). Me fui aproximando aún más hasta estar a escasos metros pero nada, que no se veía pichurrilla, a lo mejor la tenía botón por el frío, o simplemente va a ser verdad que la tienen chiquitaja.

Ya más cerca, pude comprobar que llevaba un pedete muy rico y parte de la pernera derecha del pantalón de un gris más oscuro que el resto. Este suceso me ha llevado a pensar que los simples gestos no sirven para nada si no van acompañados por acciones, es decir, te puede quedar superestética la posición de mear pero si no te la sacas la cosa no funciona.

martes, 16 de diciembre de 2008

Posts, posts y más posts


Parece que no, pero cuando llevas con el blog más de tres años corres el riesgo de caer en la repetición. Aunque en este tiempo puedas pasar por distintos estados de ánimo, cambiar algo la forma de pensar, y espero que mejorar un poco en la forma de escribir, son ya muchos posts en la espalda y hay que andar con cuidado para no repetirse.

Por ejemplo en estas fechas, creo que todos los años digo lo mismo: odio el concepto navideño actual = gastar, gastar y malgastar, odio que pongan miles de luces desde noviembre, odio la marabunta humana lamiéndole el culo al capitalismo disfrazado de Papa Noel o de los reyes magos, odio los estúpidos villancicos religiosos, las panderetas y a los niñatos con pelos en los huevos pidiendo el aguinaldo, odio la Nochevieja y la patética estampa de gente borracha tirada en la calle a las 7 de la mañana al lado de una pota calentita, odio a todos y cada uno de los grupos y músicos que salen en los programas de Nochebuena y Nochevieja, odio las estúpidas preguntas de los familiares que no ves desde hace un año, odio la Lotería de Navidad y que te miren mal si no coges una participación que te ofrecen, odio el momento en el que el rey sale en la tele diciendo obviedades. Y sobre todo, odio el falso buenrollismo de las fechas, no nos engañemos, la gente no deja de ser una cabrona por arte de magia.

Pero este año os prometo que voy a evitar escribir un post contando estas cosas.

sábado, 13 de diciembre de 2008

En la oscuridad de la noche III (y última)


Pero esa leve sensación de seguridad no duró demasiado, lentamente y como por arte de magia la persiana de mi habitación comenzó a levantarse. Me pellizqué con fuerza el moflete derecho para asegurarme de que aquello no era una pesadilla, provocada por el sopor de una película del oeste en blanco y negro. Efectivamente aquello no era un sueño, y si lo era, estaba ante el más real de mi vida. La persiana subió hasta arriba, a través de la ventana pude ver la oscuridad, una oscuridad pura, ideal, no garabateada ni mancillada por ninguna luz, reflejo o sombra, sólo oscuridad, la perfección del negro mirándome a los ojos. No me gustó para nada aquella visión, así que cuando logré apartar la vista de las tinieblas volví a bajar la persiana hasta abajo. No llegaron a diez los segundos en los que me encontré de nuevo a salvo, la persiana comenzó nuevamente a subir.

La desesperación se estaba apoderando de mi interior, una bola de nervios procedente del estómago subía hacia el corazón, que comenzó a bombear con mayor rapidez y fuerza. Notaba como las articulaciones se llenaban de energía y aprovechándolas, junto a mi nula capacidad de control sobre el cerebro, abrí la ventana y comencé a dar puñetazos hacia el exterior. El resultado fue negativo, no conseguí impactar con nada sólido, ¿pero entonces, qué o quién estaba levantando mi persiana?, ¿cómo era capaz de hacerlo?, ¿había perdido la cabeza o acaso la imaginación se había apoderado del control de mi cuerpo? No sabía lo que estaba ocurriendo, no sabía qué hacer, ¿acaso podía hacer algo?

Entre estas interrogantes volví a bajar la persiana, obteniendo el mismo resultado que en las anteriores ocasiones. Seguro que esta vez pillaba a alguien ahí fuera, saqué mi tronco por la ventana dando puñetazos con toda la fuerza que podía, pero nada, sólo le daba guantazos al impenetrable aire. Volví a meterme hacia dentro, esperé unos segundos y pensando que cogería desprevenido al causante de toda aquella locura, me lié de nuevo a puñetazos con la nada. Aquello era frustrante, me senté en la cama, sudando y con el corazón a cien por hora, me llevé las manos a la cabeza y me puse a llorar, ¿cuánto duraría aquella pesadilla?, no podía aguantar mucho más, la cabeza me iba a reventar.

Pero aquella terrorífica noche me tenía guardada una última sorpresa, una extraña fuerza me estaba envolviendo, arropándome en un cálido manto de ingravidez. Me sentía a gusto, protegido, las pulsaciones fueron disminuyendo y hasta comencé a cerrar los ojos. Mientras, la misteriosa fuerza estaba llevándome en volandas hacia la abierta ventana, que me transportaría al reino de la oscuridad.

jueves, 11 de diciembre de 2008

En la oscuridad de la noche II


Estaba en estas cavilaciones cuando las interrumpió otro fuego artificial, igual de paupérrimo que el que vi anteriormente. Oye, y si en vez de fuegos artificiales fueran cohetes o misiles, aunque no esté muy al día en temas políticos creo que no teníamos ningún enemigo como para ser atacados. Al escuchar una nueva explosión, el miedo fue en aumento, tanto que mi mente, hasta ese momento con casi nula actividad, comenzó a buscar explicaciones de manera frenética. Seguía mirando al cielo, esperando nuevos fogonazos y estos no tardaron demasiado en llegar, de hecho cada vez se hacían más frecuentes. En ese momento podía ver hasta dos resplandores a la vez, presentía que algo estaba ocurriendo pero desconocía el qué.

La tensión iba en aumento cuando de repente las luces se apagaron, tanto las de las farolas como la luz de todas las casas del barrio, dejando todo a oscuras. Lo que no cesaban eran los estallidos allá en el cielo, aumentando la frecuencia a un ritmo desconcertante. En un momento en el que las explosiones se sucedían continuamente presencié ráfagas de luz que salían del suelo de la calle, como si hubiera allí ubicadas defensas antiaéreas. ¿Pero qué había en el cielo que representaba una amenaza? Yo por más que mirara, sólo veía las luces provocadas por los estallidos de los supuestos fuegos artificiales, aunque cada vez tenía más claro que se trataban de misiles o algún tipo de arma similar.

Llegado este punto, y viendo que ocurriera lo que ocurriera yo no podría hacer nada, pensé que lo mejor sería cerrar todas las ventanas y persianas de la casa. ¿Qué iba a adelantar bajando a la calle a ver de cerca de dónde salía la artillería o presenciar el espectáculo lumínico asomado a la terraza? Así fue como, ayudado por una vela, comencé cerrando las ventanas y persianas de la terraza para continuar por el resto de habitaciones, terminando por último por la mía. Cuando estaba en ello se hizo el silencio, un silencio denso y frío, en contrapunto con el tremendo ruido reinante hace tan solo unos segundos y el sofocante calor de aquel verano. Por si acaso, a pesar de cesar los estampidos, preferí bajar por completo la persiana de mi habitación. Pensado fríamente no creo que aquello sirviese de mucho, si una bomba fuera a parar a mi piso ni las ventanas ni las persianas cerradas serían un escudo suficientemente sólido como para salvarme de sufrir daños. En cualquier caso, yo me sentía un poco más seguro.

martes, 9 de diciembre de 2008

En la oscuridad de la noche I


La oscuridad se había apoderado de la ciudad, el silencio en la calle era inquietante, parecía extraño que ni si quiera los pasos de una persona rompieran aquel ambiente turbador. Mientras tanto, yo disfrutaba de una buena película del oeste sentado en mi cómodo y acogedor sillón, comprado recientemente a mitad de precio en una tienda que los estaba liquidando por cierre de negocio.

En cambio no podía decir lo mismo de la televisión, un cacharro que tardaba un buen rato en encenderse y que mientras se calentaba se apagaba constantemente. El protagonista de la película, un tal Jimmy, estaba pegando tiros hacia unas rocas, detrás de las cuales se encontraba el malo, un tío con barba cerrada y sombrero al más puro estilo del oeste. De repente escuché un disparo que sonó con una potencia tremenda, más que el disparo de una pistola parecía el estallido de un cañón. Joder - pensé – las dos hostias que le he arreado a la tele para que se encendiera han servido de algo, la he transformado en un home cinema. Pero al rato escuché otro boom, y en este caso no coincidió con un disparo de Jimmy ni del ladrón de barba cerrada. Empezaba a tener sueño y lo mismo mi pérdida de concentración me había jugado una mala pasada, o eso o ahora la dichosa tele emitía las imágenes antes que el sonido; eso sí, el sonido seguía siendo de lo más real.

A los pocos segundos escuché otro boom, esta vez ya con mis sentidos alerta, concluí que estas explosiones no procedían de mi vetusta televisión sino del exterior. Hacía calor y tenía abiertas las ventanas de par en par, también la puerta de la terraza, hacia la que salí para observar si se estaba produciendo algo extraño allí fuera. La calle seguía desierta, ni si quiera se veía pasar un coche, me quedé allí un buen rato esperando algún acontecimiento hasta que una deflagración en el cielo me hizo levantar la vista. Así que era eso: fuegos artificiales un tanto pobres. Bueno, más bien sólo uno que emitió una luz anaranjada al explotar, produciendo un efecto para nada espectacular. ¿Pero dónde sería fiesta?, que yo supiera en mi ciudad no podía ser y en los alrededores tampoco me sonaba. Quizás era un grupo de jóvenes que se habían hecho con un arsenal de fuegos artificiales y estaban quemando su artillería, con la excusa de celebrar el inminente matrimonio de alguno de ellos.

domingo, 7 de diciembre de 2008

Adelanto de un nuevo relato


Queramos o no nuestra escritura absorbe el estado de ánimo en el que nos encontramos, tanto en los temas como en la forma de escribir es complicado separarnos de las preocupaciones o sentimientos.

A mi modo de ver el mejor estado de ánimo para escribir es cuando estás triste, apenado o dolorido. El dolor del desamor es buenísimo para indagar en nuestro interior y sacar al exterior, en forma de texto, cosas profundas, bellas, sinceras y con un potencial lírico bestial. Evidentemente, todo esto no se podría hacer sin unas mínimas habilidades lingüísticas, pero por experiencia creo que estas sensaciones de pesadumbre te ayudan bastante a mejorarlas.

Los que lleváis un tiempo siguiendo este blog recordaréis aquellos posts de hace un año, o año y medio. No solían ser muy habituales porque mi casi nula capacidad mental y literaria me exigían cierto tiempo escribirlos, además de darles la vuelta una y otra vez hasta encontrar lo que buscaba. En cualquier caso, la chispa que originaba el fuego eran esos sentimientos negativos, a la larga creo que positivos porque aprendemos un montón de ellos.

Pero lo realmente difícil, al menos para mi, es ser capaz de escribir un relato de agobio interior, desesperación y muerte, con los sentimientos que rodean mi ser actualmente. Y es que con total seguridad, ahora mismo me encuentro en el mejor momento de mi vida: seguro de mi mismo y con un equilibrio mental casi perfecto. Y en cuanto al amor, muy enamorado de una señorita que me ha hecho subir mil millones de escalones en la torre de la felicidad. Pero como a esta torre no se le puede ver el fin, mi intención es ser cada día más feliz.

Y todo esto a qué viene - pensaréis -, como anunciaba antes he sido capaz de escribir un relato haciendo uso de sentimientos que no manejo desde hace tiempo. Y es que, al menos a mi, no me había ocurrido nunca; jamás he sido capaz de escribir algo que no sintiera en ese momento. No sé si esto significará algo, pero me siento bastante orgulloso de ello.

En los próximos días podréis leer el relato, dividido en tres partes porque es un poquillo largo. Además quería aprovechar para dedicárselo a una amiga bloguera, tanto es así que lleva por título el nombre de su blog: En la oscuridad de la noche.

jueves, 4 de diciembre de 2008

Los japos no mancillan


Viendo el post anterior cualquiera diría que los japoneses no tienen sexo, teniendo un Dios Pene la cosa debería ser fácil pero parece ser que no. Esta es otra razón para pensar que los dioses no existen, ni siquiera el Dios Falo.

Según un estudio del Ministerio de Salud y Trabajo japonés, una de cada tres parejas niponas no mantiene relaciones sexuales. Al parecer, la causa principal es que después de llegar del curro están muy cansados (un 24,6% de la población masculina cita esta razón, por un 15,1% de la población femenina). La segunda causa es la pereza y la desgana (a esta causa lo atribuye el 18,8% por ciento de las mujeres y el 9,3% de los hombres).

Los responsables del estudio, preocupados por los datos obtenidos han hecho una recomendación (y no es coña): "Señores y señoras, trabajen menos".

¿Os imagináis llegando a vuestro jefe o jefa y diciéndole que no puedes trabajar más porque sino no rindes al llegar a casa? Hay excusas que lo mismo cuelan pero con esta me temo que, por muy cierta que sea, no tendríamos nada que hacer. En cualquier caso no está de más añadirla a nuestro libro de excusas, que nunca se sabe si algún día tendremos que tirar de ella.


Fuente: http://www.farodevigo.es

martes, 2 de diciembre de 2008

Festival del Pene de Japón


Los japos tienen unas tradiciones un tanto extrañas para nuestra mentalidad occidental, por ejemplo todos los años celebran un festival en honor al pene. Es conocido como Festival del Pene (Kanamara Matsuri) y según puedes leer en Internet es un vestigio de los antiguos rituales en honor de la diosa de la fertilidad (Takeinadane-no-mikoto).

En la imagen, el pene sagrado con un montón de comida para que no pase hambre

También he podido leer que hace mucho tiempo había un demonio que vivía en la vagina de una mujer, mordiendo todos los penes que se introducían en esta. Sin embargo, un artesano hizo un pene de acero que al introducirlo en la vajina de la chica rompió todos los dientes del demonio. Y precisamente se conmemora el día en el que ese artesano acabó con el problema de la muchacha.

Las muchachas no se separan de sus penes en toda la celebración

Y ellos tampoco de los suyos

El caso es que ahora se celebra una fiestaca todos los años en la que la gente come cosas con forma de pitos, compran esculturas con forma de pene y pasean uno gigantesco de madera para rematar la jugada.

Parece que está disfrutando comiéndose la salchicha

Y ellos sus colitas de caramelo

Además según se cuenta, el tocar el pene sagrado ayuda a las mujeres a quedarse embarazadas y a los tíos a que se les ponga dura.

Esta tía como no se ande con cuidado va a tener octillizos

Tengo mis dudas de que a los costaleros se les ponga dura después de acabar con la espalda destrozada


Fuentes:
http://www.dogguie.com/festival-del-pene-en-japon/
http://www.adn.es/sexo/20080319/PGL-0001-Culto-Pene/ADNIMA20080318_1758.html
http://somosviajeros.com/blog/2007_03_28/festival-del-pene-en-japon/
http://lomas.excite.es/noticias/905/Fiesta-del-pene-en-Japon