Estoy por hacer otro blog sólo con historias del metro porque ahora mismo creo que son mi mayor fuente de inspiración. Como hay casi tanta gente por metro cuadrado, como las cifras que daba el Foro de la Familia en sus manifestaciones, es normal que haya anécdotas que contar.
Hoy voy a reivindicar algo, qué es eso de que la gente no tiene curiosidad por la lectura. Pues yo creo que sí tienen curiosidad, el problema es que si dispone de otro medio de ocio accesible en un momento para muchos es más atractivo que un libro. Por ejemplo si en el metro pusieran una tele o una PlayStation, ¿cuántos leerían?, pues seguro que no muchos.
Pero hasta que ese momento llegue, que esperemos sea nunca, muchos seguirán leyendo y basta que abras el periódico para que tengas a alguien detrás de ti, acompañándote en la lectura del diario que sea. Eso sí, tienen mucho más éxito los deportivos; en este caso no lees en pareja, sino en trío por lo menos.
Por otro lado, otra manera de pasar el tiempo en el metro es durmiendo. Quién no se ha echado una cabezadita cuando consigues un asiento después de una dura lucha de codazos y zancadillas, llegas exhausto y nada más posar el culo te quedas frito. De todas formas tampoco es necesario estar sentado para dormirse, por ejemplo un día un tío enfrente de mí se quedo tostado de pie apoyado a la puerta. Y el chaval poco a poco se iba escurriendo y cuando parecía que iba a caerse de culo se despertaba repentinamente. Mientras tanto yo por cuestión de solidaridad con él aguanté la risa todo lo que pude para no despertarle pero es que era para haberle visto.
Pero tanto la lectura, como la siestecilla, como ir escuchando música puede verse frustrado con un ser que ronda por el metro: los metro-pastilleros. ¿Quiénes son esta gente? Son aquellos que van con la música a toda pastilla, en la mayor parte de las ocasiones bakalao, y consiguen que todo el vagón escuche lo mismo que él. Hoy iba yo con mi música medio empanado y de repente escucho un ritmo monótono de fondo y pienso: "Joder pensaba que esta canción era de otra manera". Claro así no hay quien haga nada.
Hoy voy a reivindicar algo, qué es eso de que la gente no tiene curiosidad por la lectura. Pues yo creo que sí tienen curiosidad, el problema es que si dispone de otro medio de ocio accesible en un momento para muchos es más atractivo que un libro. Por ejemplo si en el metro pusieran una tele o una PlayStation, ¿cuántos leerían?, pues seguro que no muchos.
Pero hasta que ese momento llegue, que esperemos sea nunca, muchos seguirán leyendo y basta que abras el periódico para que tengas a alguien detrás de ti, acompañándote en la lectura del diario que sea. Eso sí, tienen mucho más éxito los deportivos; en este caso no lees en pareja, sino en trío por lo menos.
Por otro lado, otra manera de pasar el tiempo en el metro es durmiendo. Quién no se ha echado una cabezadita cuando consigues un asiento después de una dura lucha de codazos y zancadillas, llegas exhausto y nada más posar el culo te quedas frito. De todas formas tampoco es necesario estar sentado para dormirse, por ejemplo un día un tío enfrente de mí se quedo tostado de pie apoyado a la puerta. Y el chaval poco a poco se iba escurriendo y cuando parecía que iba a caerse de culo se despertaba repentinamente. Mientras tanto yo por cuestión de solidaridad con él aguanté la risa todo lo que pude para no despertarle pero es que era para haberle visto.
Pero tanto la lectura, como la siestecilla, como ir escuchando música puede verse frustrado con un ser que ronda por el metro: los metro-pastilleros. ¿Quiénes son esta gente? Son aquellos que van con la música a toda pastilla, en la mayor parte de las ocasiones bakalao, y consiguen que todo el vagón escuche lo mismo que él. Hoy iba yo con mi música medio empanado y de repente escucho un ritmo monótono de fondo y pienso: "Joder pensaba que esta canción era de otra manera". Claro así no hay quien haga nada.
6 comentarios:
Yo quiero que desaparezcan del Transporte Público los magreadores sin gracia (si tienen gracia me gustan).
Pues un día una tía se mosqueo con uno y empezó a gritarle: "Vaya con el tío guarro, mira si esta empalmado" El tío se puso todo rojo y la decía:"Pero señora que coño dice".
Al final el tío se bajó en la siguiente parada por no aguantar las miradas de la gente.
Nos ha jodido...ayer estuve yo apunto de amputarle el pito a uno en el autobus...
Pues lo hubieras hecho, pero ¿estaba bueno?
pues lo q faltaba... en el metro de Farenheit de Bradbury, había un anuncio de dentrífico, q me rayaba sólo de leerlo... buaghhhhhh
En el tren hay la misma fauna, pero son más los sobantes (durmientes, a mi no me meten mano, snifs)
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