El grupo de dedos polla

Justo antes de llegar al parque al que voy a correr había un campo de fútbol abandonado, con sus porterías oxidadas y su terreno de juego que no se sabía si era de tierra o césped, originariamente recuerdo que era de tierra pero hasta hace poco se encontraba llena de hierbajos. Ahora un grupo de sudamericanos lo han arreglado todo, han pintado las porterías, han quitado las malas hierbas y ahora es un campo de fútbol de arena de lo más decente.

Además justo al lado han clavado dos palos y se han montado un campo de voleibol. Y ahí se pasan muchas tardes jugando al fútbol o echando sus pachangas de voleibol. Lo malo que tienen los pobres es que solo deben disponer de un balón porque a ambos deportes les he visto jugar con el mismo. Muchos pensaréis: “bueno tampoco pasa nada, se puede jugar perfectamente al voleibol con un balón de fútbol”. Sí, pero no con este:

Recuerdo que cuando empecé a jugar al fútbol en un equipo tenían estos balones, no podía levantar la bola ni un metro del suelo y cada vez que le arreaba una patada me dolía el pie, con este balón descubrí lo que era el punterazo y romperme la uña del dedo gordo, lo que era un círculo rojo en tu piel de una semana de duración y marearte tras el impacto de un buen pelotazo en invierno. Por eso, hasta a mi me duele cada vez que veo a esta gente golpear la pelota con la mano.

Deben tener manos como morcillas y unos dedos que no podrán doblarlos de lo hinchados que estarán, o como dicen por mi barrio, tienen los dedos como pollas.