- ¿Aquí es donde ibas a traerme?- Efectivamente, ¿no te gusta?- Bueno es una pared de piedra bastante bonita pero…, no sé, como me dijistes que me ibas a enseñar un lugar muy especial…
- Y tanto que es especial, es mi rinconcito en el mundo, un espacio en en el que realmente me siento tal y como soy, puedo hacer lo que quiera, volar, cantar, reir, llorar, y todo ello sin pensar en el que dirán.
- Suena fantástico cariño pero dónde está ese sitio, yo sólo veo la pared de una montaña bastante alta.
- Efectivamente es una montaña, pero…, ¿y si pudieramos llegar al corazón de esta montaña?
- ¿Cómo?- Ven, dame la mano, cierra los ojos y confía en mi.
Así fue como traspasamos la montaña y llegamos al corazón de la misma, al abrir los ojos María vió un mundo lleno de vivos colores, con una luz que atravesaba la piel produciendo una sensación de calidez muy agradable. El cielo era de color aguamarina y todo estaba cubierto por una alfombra de hierba fresca. Una vez los ojos de María se habían adaptado a aquel universo de ilusión, la llevé a un sitio que había descubierto hacía unas semanas. Era un explanada aparentemente normal, cubierta de un tupido césped verde pero con una peculiaridad: si saltabas sobre el suelo salías despedido hacia arriba, como si brincaras sobre una colchoneta a lo bestia.

Saltamos y saltamos atravesando las nubes, los dos al unísono, riendo como lo venimos haciendo desde que nos conocimos, disfrutando con cada momento en el que nuestras manos están unidas, mirándonos a unos ojos invadidos por luciérnagas. Era fantástico estar en las nubes, con aquel hermoso fondo aguamarina, viendo como pájaros de seda vuelan libremente, sólo molestados por aviones de papel cargados de lágrimas de luna. Y no es que la luna esté triste, no, todo lo contrario, está alegre porque por fin después de mucho tiempo puede estar junto a su sol. Los aviones, pilotados por mariquitas, sueltan el agua en unos estanques en los que viven peces de papel de aluminio, los cuales se asoman para verte pasar deseándote los buenos días con pompas de oro que salen del agua y suben hasta el cielo. Finalmente terminamos exhaustos del ejercicio físico, así que decidimos descansar un rato en una nube de algodón desde donde podíamos vislumbrar todo aquél lugar:
- ¿Cuánto tiempo llevará esto aquí?
- Supongo que desde el inicio de la vida.
- Es raro que aún siga así de espléndido con la cantidad de gente mala que hay, si llegaran a descubrir este lugar seguramente acabarían con él.
- Eso es imposible mi vida, este rinconcito que te acabo de descubrir es indestructible. ¿Ves aquel árbol de allí, el que tiene el pajarito cantando sobre su copa?
- Sí.
- Antes de ser árbol era una persona que por casualidad encontró este lugar en medio del tiempo y el espacio, pero su corazón era negro, lleno de odio y rencor. Al entrar aquí su cuerpo mutó en una bola de plastilina marrón de la que surgió un espléndido árbol, y tras las primeras lluvias brotaron de él hojas verde oliva que atrajeron hacia si a un sinfín de pajarillos multicolor, que con sus trinos hacen aún más agradable pasear por su lado.
- Esto es fantástico.
- Es fantástico pero hay un pero.
- ¿Cuál?
- El único inconveniente es que no podemos pasar aquí más de dos horas seguidas, sino también nosotros mutaríamos y no podríamos salir jamás. Y como queda poco para que se cumplan esas dos horas, ¿qué te parece si bajamos de esta esponjosa nube y volvemos a nuestra realidad?
- Está bien.

Así fue como bajamos de la nube por medio de un arcoiris mientras disfrutábamos de las ilusiones de color provocadas por la luz al irrumpir en las pompas de los pececillos. Una vez en tierra firme, volvimos a traspasar la pared de roca para dar por finalizado aquel viaje. A pesar del miedo de mostrar aquel mundo a María resultó ser la mejor decisión tomada desde hace mucho tiempo.
- ¿Y este mundo cómo lo descubristes? – me preguntó María.
- Por casualidad, como todo en mi vida, pero creo que cada persona a lo largo de su existencia descubrirá su mundo.
- No sé si esa afirmación se cumplirá en mi caso.
- Quizás lo acabas de descubrir hace tan solo un momento, puede que tu mundo sea el mismo que el mío...