Antesdeayer me dicen que me tengo que pirar a una reunión con un compañero, vale, pues muy bien, encantado de que me lo digan el día anterior. Llegamos a la reunión, nos sentamos y a escuchar un rollo del cual no me enteraba de mucho, sólo me percato de que a todos les sobra el tiempo; así para resolver algo que les hubiera llevado media hora necesitamos dos, y encima se hacen las cosas de manera chapucera.
Por la tarde, a las cinco, tenía otra reunión más, esta vez para hablar entre otras cosas de cuál era mi situación dentro del Departamento al cual pertenecía pero que poco a poco he dejado de hacer para incorporarme a la órbita maligna de la Dark Wader de la organización, la jefa nazi. Así pues, estoy en el centro de dos fuerzas que tiran de mi para llevarme a su terreno, y entre estas dos fuerzas la jefa nazi va a vencer siempre al jefe pasoyadetodoporquevoyadejardeserjefeendiciembre por razón de kilos (120 kg. Vs 80 kg.).
¿Y cuál es el problema de todo esto? Pues que no me gustan los nazis y menos estar bajo las órdenes de una, y además no siente la más mínima vergüenza en manipular las palabras de la gente para sentirse la víctima y que no piensen mal de ellas. Además hoy me acabo de enterar por un compañero que ha entrado hace poco, de que la jefa nazi le dijo que a mi me iban a arrastrar poco a poco hacia su nicho de trabajo. Todavía más datos para ratificar algo que ya teníamos claro pero ante lo que no podemos hacer gran cosa puesto que no estamos en una situación de igualdad, aunque se empeñe en decir que yo no tengo que acatar.
Pues sabes lo que te digo: “Váyase usted a tomar por culo, estoy hasta los cojones de soportar sus gracias y chascarrillos, quiero dejar de ver su gordo trasero todos los días, de perder energías hablando con usted para al final tener que obedecerte y tener que cuadrarme, como hace mi compañera nazi, cuando oigo temblar el suelo”.
Como veis además de tener que aguantar a una jefa nazi, también tengo una compañera nazi, el brazo derecho de la primera, con la cual trabajo en el mismo despacho. Y esto significa poca libertad, puesto que estoy permanentemente vigilado sobre lo que estoy haciendo en cada momento, y si hago algo que no la mola a esta ya hay bronca y sino seguro que va a decírselo a la jefa nazi, como una asquerosa acusíca.
Según todo lo comentado, uno se puede hacer una idea de lo que estoy viviendo, pero a decir verdad no todo es malo, aunque no quieran que dedique mi tiempo a lo que más me puede gustar, y lo que me dijeron en un principio que iba a hacer. Lo mejor de todo son los compañeros con los que me llevo fenomenal, yo puedo tener relación con alrededor de 30 y los únicos que me caen mal son dos: la jefa y la compañera nazi; y lo peor de todo es que muchos comparten esto. Lo que pasa es que yo he tenido la desgracia de tener que soportarlas todos los días, a una al lado y a la otra como mi jefa.
Todo esto me lleva a tomar una decisión, a partir del lunes me pongo a buscar trabajo y que le den por culo a todo, a lo mejor gano menos dinero y las condiciones son peores, pero ganaré en salud y en preocupaciones sobre sacar adelante unas ideas que muchos y mucha (por lo menos 120 kg. de peso) se encargan en pisotear.
Así que si alguien quiere darme un trabajo estaré encantado, aunque siempre me queda la posibilidad de pedir dinero en el barrio de Salamanca, como un hombre que veo diariamente en la esquina de Príncipe de Vergara con Goya. Este tío, de unos 70 años, va vestido generalmente con un traje, a veces incluso con corbata, vamos, bien arregladito y maqueado, y dedica todo su día a estar allí pidiendo dinero. Es que en los barrios ricos, hasta los que piden dinero visten elegantes.
4 comentarios:
Venga, chati. Yo te pago por rascarme los pies...¿He leído algo sobre una "broca"?
¿Cuánto me das? Negociemos entonces, ¿te rasco los pies cinco minutos y luego te hinco la broca? ¿Aceptas?
Que te has equivocado y en lugar de "bronca" has puesto "broca"...¡salido!...
Ya está, ya no hay broca sino bronca (broncabroncabroncabroncabroncabron)
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