lunes, 5 de septiembre de 2005

¿Podemos hablar de cambio climático?


Muchos científicos siguen pensando que es apresurado hablar de cambio climático, sin embargo cada vez más estudios y fenómenos metereológicos están demostrando que los desastres naturales a los que, lamentablemente, estamos acostumbrándonos no son algo casual.

Aquellos científicos que piensan que es prematuro hablar de cambio climático argumentan que simplemente los últimos fenómenos son debidos a ciclos climáticos naturales; aunque reconocen algunos hechos, como por ejemplo que la velocidad de los huracanes pueda aumentar en torno a un 5 % avanzado el siglo. Estos científicos no niegan tajantemente la posibilidad de un cambio en el clima de la Tierra, sino que es algo que hay que concluir a largo plazo. Evidentemente esta es la tesis que le interesa difundir al presidente de los EE.UU. para seguir contaminando de manera discriminada, por lo que muchos científicos americanos se suman a esta línea. Además es ayudado por las industrias del carbón y el petróleo que han invertido millones de dólares para mantener al público con dudas sobre la cuestión, según informa el periodista Ross Gelbspan, periodista galardonado con el premio Pulitzer y autor de dos libros sobre el calentamiento del planeta. Por ejemplo los servicios públicos de Minnesota descubrieron que la industria del carbón había pagado más de 800 millones de euros a cuatro científicos que mostraban públicamente su disconformidad con el calentamiento global.

Sin embargo, hay una serie de hechos objetivos que ponen en evidencia que hay algo más que un ciclo. A medida que la atmósfera se calienta, genera sequías más prolongadas, lluvias más intensas, olas de calor más frecuentes y tormentas más rigurosas. Y por ejemplo en los últimos 40 años, los 300 metros más superficiales de los océanos del mundo se han calentado 0,5 grados en promedio, el calentamiento global ha aumentado en 1º Fahrenheit en la Tierra y 7º Fahrenheit en el Ártico.

Y este aumento de temperatura está estrechamente relacionado con tanta actividad, puesto que ha aumentado la calidez de las aguas en los océanos. El agua oceánica a 27 grados centígrados o más crea suficiente humedad en el aire para favorecer la formación de un ciclón o huracán. Una vez iniciado, un huracán sólo precisa agua cálida y las condiciones de viento adecuadas para mantener o intensificar su fuerza, y cuanto más caliente esté esta agua mayor será la capacidad destructiva del huracán. Pero no solamente aumentará el número de ciclones, huracanes y tifones, sino que además las nevadas serán más copiosas, las lluvias torrenciales más abundantes, los vientos serán más rápidos, las sequías serán peores...

Pero a pesar de lo que se nos viene encima, y lo que se les vendrá a las futuras generaciones, muchos políticos y presidentes de los países más ricos del mundo aún no están lo suficientemente concienciados y sólo se preocupan por mantener su actividad industrial al mismo nivel o incluso aumentarla. Entre ellos está, por supuesto, Estados Unidos cuyo presidente actual retiró en 2001 la firma del Protocolo de Kyoto, firmado en 1997 por Bill Clinton para disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero, alegando que supondría 5 millones de puestos de trabajo. Pero es una pena, y a riesgo de ser demagógico, estas decisiones pueden provocar muchas muertes en los próximos años.

Lo que es cierto es que es un debate que está sobre la mesa, y parece que cada vez más gente está convencida de que estos desastres que estamos viviendo son debidos a que los hombres nos estamos cargando el planeta. Aunque siempre habrá algunos que piensen que son debidos a la casualidad.

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