domingo, 28 de agosto de 2005

Cómo pican las putas hormigas

Ayer tuve una tarde-noche de lo más completita, para comenzar fui a jugar al frontón sobre las 6 para enfrentarme a mi archienemigo de las pistas: Paco, alias "el flipao" porque es capaz los fines de semana de ir a las 11 de la mañana, irse a las 3 y media, volver a las 6 e irse a las 11. Si no me salen mal las cuentas, puede pasar más de 9 horas jugando al frontón en un solo día; evidentemente con tantas horas dedicadas a este deporte el tío es una máquina y es capaz de hacer una dejada desde el fondo de la pista mirando a Albacete. El caso es que estoy picado con "el flipao" porque me supone un reto ganarle, y me lo paso mejor jugando contra él que contra el resto de la fauna que puede encontrarse por allí (el tarao, el perilla, el orejón, el tramposo, el padre y el hijo, el padre y el niño, el borracho, Roy, el que no se cambia de camiseta, el viejo, el policía...), de los cuales ya iré contando cosas.

Así que llegué allí dispuesto a ganarle, aunque la noche anterior había salido y mi cuerpo lo notaba, porque entre otras cosas nos hemos jugado una cena. El trato consiste en que si le gano un partido de 30 me invita a cenar, y si no lo logro le invito yo; a mi favor comentar que he conseguido ganarle 12 veces y que no es algo imposible. No voy a describir lo mal que lo pasamos los dos, sobre todo en el último partido en el cual estábamos arrastrándonos los dos, así que decir que perdí los cuatro partidos que jugamos y ya sólo me quedan 24 partidos para ganarme una cenita.

Lo que sí quedó claro es que nos merecíamos una cervecita y a ella nos aferramos en cuanto el camarero nos la puso, yo me tome una clara pensando en que había que cuidarse para el día siguiente en el que intentaría ganarle por fin. Claro que no sabía cómo iba a continuar la noche.

Pero después de la cerveza con "el flipao" me animé y me fui directo al bar en el que habían quedado Pepe y J.R. con el propósito de tomarme una cerveza e irme a dormir y descansar, porque no podía ni andar.

Pues nada, allí me apalanqué y cuando vino el camarero tuve un fallo en mi cerebro y en vez de pedir una cerveza, como había pensado hacer, le dije que quería un brugal con coca-cola. Por una copa tampoco pasa nada, me la tomo y a la cama. Tuvimos una agradable conversación sobre el fenómeno tanga, fenómeno que padecieron el fin de semana pasado y debido al cual no podían dejar de tirar fotos y fijarse en las chicas que iban enseñando la hucha, igual que hace mi amigo Rafa cuando se agacha a encender un fuego. Una vez conseguimos aparcar el tema de los tanga, hablamos de otras cosas, como de política.

Hablando de todo estos temas me bebí la copa, pero como estaba tan a gusto sentado en aquella terraza nos pedimos otra ronda, y así hacíamos tiempo porque a lo mejor venía Rubén y Rocío, aunque no era seguro porque habían quedado con otra pareja. Y mientras saboreaba mi cubata, aparecieron los susodichos con otros dos, Bea y el otro tío que no me acuerdo como se llamaba porque ya empezaba a notarme tocado (señalar a mi favor que después de tener un desgaste físico si ingiero una mínima cantidad de alcohol me empiezo a marear enseguida). Se sentaron y enseguida Rocío se levantó de un brinco y dijo: "Ayyyyy me ha picado una hormiga en el dedo", y es que estábamos sobre un montón de hormigas que estaban llevándose las cáscaras de las pipas que nos estábamos zampando. Nos cambiamos de sitio, aunque si no lo hubiéramos hecho algunos, como yo, nos habríamos descojonado de la risa con el espectáculo. Y lo cierto es que estas hormigas deben picar, porque según Bea: "si tienen la cabeza gorda muerden", y creo que eran cabezonas. El resto de la noche, como siempre que está presente Rubén, acabamos hablando de sexo, aunque también mencionamos que a lo mejor me apuntaba a probar eso del esquí.

Finalmente me tomé otra copa y ya me noté fatal, en ese momento hubiera deseado tomarme un vaso de agua de las montañas, aunque creo que no tanto como J.R. que estaba entusiasmado con una conversación telefónica, mientras nosotros nos reíamos por la alegría que mostraba. Y es que como dice él: "ya me conoces, cuando me tomo dos copas me pongo muy malo", pero la verdad es que J.R. contentillo mola un huevo, y te ríes un montón. Así que llegué a casa y me fui directamente a la cama sin ducharme y sin nada, lo que provocó despertar a mi hermano y señalarme "joder como te huelen los pies" (sí, sí, solo los pies). Me dormí en menos de un minuto porque la habitación no se movía muy rápido, hasta hace un rato que he sido despertado por mi madre y la vecina que hablaban de tender las sábanas o algo parecido y de mi padre que estaba entusiasmado con el empate del Barça.

Así que supongo que hoy no voy a perdonar la siesta, mientras espero a que me hagan un análisis lingüístico de este post.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Más te vale utilizar al poli de sparring hasta que logres tener el fondo para ganar a Paco. Que no se te atragante la cena (que vas a pagar tu).
Chao pescao.

Wendyqueridaluzdemivida dijo...

¡¡¡Vaya anónimo más descarado!!! Yo ceno igual y mantengo mi apuesta en silencio para preservar mi integridad física.