Cada uno de nosotros tenemos una manera de liberar la tensión que vamos acumulando en el curro. Los hay que se muerden las uñas de la mano y cuando estas se acaban, la carne de alrededor, otros se ponen a gritar como posesos, los hay que utilizan una bola antiestres y algunos mascan chicle como bestias.
En mi caso recurro a los palitos del café. En mi trabajo son como el que podéis ver debajo, de plástico transparente.

Hace un tiempo comencé a doblarlos, muy poco a poco, dándole calorcico en el centro del palo con la yema de los dedos, intentando doblarlo y que se tocaran los dos extremos. Pero era imposible, llegaba un momento en el que se rompía, y aunque me ayudaba a desconectar un poco tenía la espinita clavada de no poder doblarlo por completo.
Una vez roto lo suyo es partirlo en más cachitos
Pero eso era antes, ahora a base de práctica creo haber desarrollado unos poderes especiales capaces de doblar cualquier cosa que me proponga. De momento acabo de empezar con los palos del café, pero quién sabe si en un futuro también seré capaz de doblar cucharas, cuchillos, destornilladores, tuberías o raíles de tren. ¡Me siento poderoso!
Ahora soy capaz de doblar un palo en menos de 1 minuto