Mis sufridos sobacos

Seguro que muchos ya conocéis el empanamiento con el que me despierto, el cuál tarda al menos un par de horas o tres en desaparecer. Pero el momento realmente peligroso es poco después de despertarme, esa media hora en la que puedo hacer casi cualquier cosa y no darme ni cuenta.

Hace tiempo conté aquí como se me bloqueó el móvil porque, a pesar de disponer de tres intentos, no fui capaz de acertar con el pin. Bien, pues peor aún fue la del otro día. Me despierto, desayuno, me ducho y me hecho desodorante, lo cierro, lo bajo, lo dejo sobre el mueble, un momento ¿qué dejo? ¡Me cagüen diossssssss, qué coño he hecho! que no es el puto desodorante sino la mierda que me hecho en el pelo para que el viento no me lo despeine. Así que corriendo a echarme agua y quitármelo porque no veo ninguna utilidad en llevar los pelos de los sobacos peinados, al menos en invierno.

Aunque en verano lo mismo lo pruebo, ¿me podré hacer la ralla, cresta, rastas o mejor me los corto a cepillo? Bueno hasta que llegue el calor y pueda mostrar mi torso desnudo aún queda para pensárselo.