Somos unos morbosos de mierda

Es increíble como va la peña por las mañanas al curro, la primera prueba que tengo que pasar es la de subir al tren para lo cual tengo que vérmelas con los terribles codos de viejas curtidas en miles de batallas y aglomeraciones, siempre victoriosas consiguiendo en un alto porcentaje su ansiado trofeo: un asiento en el que echarse un sueñecito o en caso de ir en grupo rajar y no dejar a nadie leer porque su conversación se te mete en la media neurona que tienes a esas horas de la mañana.

Así pues, todo el viaje logrando abstraerte de las conversaciones de las viejas, de la música maquinera del bakala de turno que lleva el mp3 al máximo de volumen (y aún así seguro que no lo escucha bien) y del tío con el periódico extendido con las dos manos ocupando un importante espacio vital.

Y una vez llegas a Atocha todo el mundo se baja corriendo, hay que achucharse para subir las escaleras, no sé como puede ser tan difícil pero no te libras de un apretujón, la gente está acelerada, ¿qué pasa que todos salimos con el tiempo pegado en el culo? La siguiente prueba es sobrevivir con el poco oxígeno que hay en el metro debido a la cantidad de gente que hay ahí metida, vamos que me río yo de las gilipolleces esas de que se meten miles de personas en un coche, en el metro tenemos más mérito y somos más por centímetro cuadrado.

Del tren al metro hay una marabunta de gente corriendo, pero un momento, ¿qué pasa allí? hay un grupo de gente haciendo un círculo alrededor de algo, me asomo y veo a tres seguratas sobre un tío al que tienen tirado en el suelo y que está gritando, digo yo que algo habrá hecho. Pero, ¿qué hace aquí la gente, no tenían tanta prisa? No entiendo nada, van a toda hostia al curro pisando cabezas si es necesario y luego se paran a ver como detienen a un tío, qué mal estamos.