Generalmente voy a correr siempre al mismo parque. Un parquecillo con un camino que le rodea de dos kilómetros de diámetro, césped, árboles y un laguillo con agua verdosa donde he visto bañarse a algunos gitanillos.
El parque lo hicieron hará cosa de cuatro o cinco años, justo cuando edificaban esta zona que antes era campo y que se encuentra bastante cerca de mi casa (corriendo tardo unos cinco minutos). Desde hace unos dos años suelo ir a correr aquí porque es el que más cerca me pilla y puedo tomar tiempos de paso sin dificultades. El problema es que ya me estoy aburriendo de hacer siempre el mismo circuito, así que ayer, presa de un espíritu aventurero decidí desviarme del camino habitual siguiendo a dos corredores que iban delante de mi.
Llegados a un punto se desviaron a la izquierda por un carril bici y tiraron todo para delante hasta que unos cuatro o cinco minutos después pensé que era suficiente y decidí tomar un camino que tenía más o menos claro en mi cabeza. En el dibujo de abajo podéis verlo claramente:

Sin embargo por alguna extraña razón que no logro explicarme, el camino realizado no fue el de arriba, sino más o menos el mostrado aquí abajo:

No os riáis que os estoy viendo, incluso aunque no os lo creáis llegué a pasar miedo, me encontraba perdido dentro de una maraña de edificios, urbanizaciones a medio construir, chalets con perros ladradores, muchachos arreglando un coche medio desguazado en la calle; era como si hubiera atravesado un portal y hubiera llegado a un mundo paralelo, a un laberinto sin salida y encima sin saber si existía un minotauro que pudiese acabar con mi vida, algo que le resultaría muy sencillo a juzgar por lo pesadas que se encontraban ya mis piernas.
Pero bueno, al final encontré de nuevo el parque y pude volver sano y salvo a casa tras haber corrido más de lo que tenía pensado. La próxima vez creo que iré a lo seguro y no buscaré caminos alternativos.